7 de agosto de 2009

TEXTOS de EDUCACIÓN SEXUAL: UNA IMPOSICIÓN DESTRUCTIVA.

TEXTOS de EDUCACIÓN SEXUAL: UNA IMPOSICIÓN DESTRUCTIVA.

En el manual de educación sexual para escuelas secundarias que repartió el Ministerio de Educación de la Nación, se sitúan en el mismo plano los vínculos del matrimonio, del parentesco y de la filiación, con todas las relaciones efímeras, pasajeras y precarias. De este modo, se relativiza el ideal de la relación amorosa, que sirve de orientación a la sociedad para estructurarse como ámbito para la educación de las personas.

Este relativismo juega en contra de una mirada que posibilite el normal y pleno desarrollo de nuestros hijos. Se los pretende educar para la incapacidad de amar a las personas y de vivir con responsabilidad y lealtad los vínculos.

La educación sexual debe apelar al sentido de responsabilidad respecto del otro; partiendo de la pregunta: y yo ¿quién soy?

El contenido de los textos aludidos privilegia la autonomía y la independencia de la sexualidad de cada uno, educando sujetos egocéntricos que, escudándose en la autosuficiencia, escapan de cualquier relación concreta y real.

La sexualidad narcisista que proponen no es camino para una vida plena, es una forma más de la ideología nihilista de la "exclusión del sujeto".

 La educación que buscan imponer, condena a una inevitable soledad y al miedo "líquido" del abandono, por parte de todos "esos otros" que también temen y son incapaces de relaciones reales, tal como resulta observable y comprobable en los diversos sectores de nuestra comunidad.

El sexo asocial que quieren imponer en la educación, conduce a la fragmentación de todo vínculo humano, y por eso también del pueblo, instalando las condiciones de dominación desde un estatismo inhumano.

¿Qué significa una relación amorosa que ama la vida como don? Es una relación que corresponde al deseo de construir la propia vida y de permanecer en la historia con alguien amado a quien se elige como compañero en el camino único e insustituible hacia el destino personal.

La Iglesia, madre y maestra, hoy ha señalado que el estado no puede imponer ideologías que vulneren el derecho constitucional a educar a nuestros hijos con libertad. Hacemos público nuestro apoyo a las declaraciones del arzobispo Agüer, avaladas por el cardenal Bergoglio.

Perseverar en el esfuerzo cotidiano de ser fieles a un lugar humano, es ofrecer a nuestros hijos una propuesta educativa en el amor real, que los constituye capaces de vivir una humanidad plena y generosa, y de forjar auténticos vínculos solidarios con todas las personas, persiguiendo el ideal de una vida buena para todos, como Cristo mismo hoy nos lo propone.

Un pueblo que se concibe como familia de familias es un pueblo que construye a partir de las exigencias originales del corazón humano y así vive mejor la alegría y los dolores de la existencia. Esto es posible en un camino de verdad que se construye arriesgando nuestra libertad en la aventura cotidiana. Así realizamos nuestra historia personal sin pretender ni desear que la política y el poder del Estado substituya nuestro protagonismo.

 

ESCUELA para la SUBSIDIARIEDAD

Agosto 2009

CdO
Ciudad  Autónoma de Buenos Aires
ARGENTINA

Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, en el Santuario de San Cayetano de Liniers (7 de agosto de 2009)

"Con San Cayetano buscamos justicia,

pan y trabajo"

 

Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, en el Santuario

de San Cayetano de Liniers

(7 de agosto de 2009)

 

El lema de este año es "Con San Cayetano buscamos justicia, pan y trabajo". Decimos "con" San Cayetano. Buscamos la justicia, el pan y el trabajo con el Santo. No buscamos solos. San Cayetano está con Jesús. Con el Niño Jesús en brazos. Y Jesús está con nosotros. Es el Dios con nosotros. Para buscar juntos la justicia, el pan y el trabajo estamos todos juntos, compartimos la vida, los sentimientos: "Tengan los sentimientos de Jesús", nos dice la primera lectura.

En el evangelio escuchamos que Juan el Bautista mandó a sus discípulos a preguntarle personalmente a Jesús: "¿Sos Vos el que ha de venir a salvarnos o debemos esperar a otro?" Ellos salieron a buscar a Jesús y ¿dónde lo encontraron? Lo encontraron con la gente. Jesús no estaba en un lugar inaccesible, sino metido entre la gente, bendiciendo, curando, conversando, llamando a cada uno por su nombre… El está con todos, pero especialmente con los que están con los demás, como San Cayetano. Jesús está con los que son solidarios: donde hay un pesebre –donde alguien levanta una casillita humilde para estar con su familia- allí está Jesús; donde hay alguien acompañando al que carga con una cruz, una persona enferma o necesitada, allí está Jesús; donde hay alguien sirviendo a los demás, multiplicando el pan, compartiendo el abrigo, allí está Jesús; donde están la Virgen y los Santos, que nos juntan como pueblo para rezar, allí está Jesús.

El Señor y sus Santos están con nosotros. Y están de verdad. Quiero decir que se juegan por nosotros, que nos conocen. Jesús conoce el rostro de cada uno de los peregrinos y peregrinas que estamos aquí, buscando, con San Cayetano, justicia, pan y trabajo.

Mientras hacemos la cola recordamos los rostros de nuestros seres queridos, mientras vamos agradeciendo y pidiendo, es bueno que le preguntemos a Jesús: ¿Sos Vos, Señor, nuestro único Salvador o debemos esperar a otros? Lo que pasa es que vivimos situaciones de pobreza, de falta de trabajo…, o estas enfermedades que nos afectan masivamente, la gripe, el dengue…, y que pegan más duro por la falta de justicia. Todo esto nos lleva a que le preguntemos al Señor: "Señor, ¿estás de verdad en medio de tu pueblo? ¿ Es verdad que caminás con tu pueblo? Mirá que hay gente que opina que no se puede esperar nada de nadie. Hay gente que ni siquiera se pregunta, que ya tiró la toalla. Pero es bueno hacer estas preguntas. Fijando la mirada en San Cayetano, mirando a la gente que nos acompaña, es bueno preguntarle a Jesús.

Si leemos bien el evangelio nos damos cuenta de que Jesús no respondió inmediatamente a los enviados de Juan. Se tomó su tiempo; se puso a curar a mucha gente de sus dolencias del cuerpo y también de las enfermedades del alma. Jesús devolvió la vista a muchos ciegos y la fe a muchos que andaban medio desencantados. Recién entonces, después de atender personalmente a cada uno, les respondió a los enviados de Juan: "Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres".

Como siempre, Jesús responde con hechos más que con palabras: "Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído". ¿Y qué han visto y oído? Han visto y oído a la gente. Jesús les hace mirar Rostros: la cara de alivio de la gente que ha sido curada, los rostros alegres de los que han recibido su Palabra, los ojos admirados de los que recuperaron la vista, la mirada digna de los que se pusieron de pie… Esos rostros valen más que mil palabras. En el rostro de esa gente ya se vislumbra la respuesta a la pregunta de Quién es Jesús. "A Jesús lo vemos en el rostro de la gente que lo quiere y que da testimonio de que Él es el que la ha confortado y salvado" (Aparecida 14). A Jesús "lo encontramos de un modo especial" en el rostro de "los pobres, afligidos y enfermos (…), de nuestros hermanos queridos que nos dan testimonio de fe, de paciencia en el sufrimiento y de constante lucha para seguir viviendo. ¡Cuántas veces los más pobres y los que más sufren son realmente los que nos evangelizan!" (Aparecida 257). Cuando nos animamos a mirar bien a fondo el rostro de los que sufren se produce un milagro: aparece el Rostro de Jesús. Por eso les digo: ¡No tengan miedo de mirar los ojos de los que sufren!, verán el Rostro de Jesús y Él les transmitirá su fuerza y su paz, los confortará a ustedes al mismo tiempo que ustedes confortan a los demás; pero los rostros hay que verlos de cerca, estando con los otros. "Cuanto hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron" (Mt 25, 40)". Mirando rostros el corazón se nos llena "de los sentimientos de Jesús", como dice San Pablo. Y entonces comenzamos a buscar la justicia, el pan y el trabajo con hambre y sed de verdaderos cristianos. Porque el mundo de hoy es muy cruel: primero excluye borrando los rostros de la gente para luego no sentir nada cuando los desprecia y desecha como sobrantes (cfr. Aparecida 65). En nuestra ciudad hay gente que tiene sitio, que tiene cabida y gente que "sobra" ... y que son dejados de lado como "descarte" en verdaderos volquetes existenciales. El mundo de hoy borra los rostros reales haciendo que los veamos sólo por la TV. No es lo mismo. En la TV hay imágenes que pasan a mil. Uno ve todo y no ve a nadie. Uno ve pero no siente! Aquí en cambio, ¡qué distinto! Nos miramos a la cara. Nosotros pasamos delante de San Cayetano para que nos vea la cara. Nosotros queremos contemplar un momento su rostro y el del Niño. Esperamos horas y horas sólo para ver sus rostros y que ellos nos vean un instante a nosotros. Parece poco. Pero esta gracia nos basta. Con esta cercanía del Señor y de nuestro Santo Patrono salimos reconfortados.

Salimos llenos de fe, salimos a buscar, con San Cayetano, justicia, pan y trabajo. Salimos a buscarlo juntos y para todos. A buscarlo poniendo especial atención en aquellos "rostros sufrientes que nos duelen", porque es una injusticia que, en nuestra Patria bendita, a tantos les falte el trabajo y el pan. No puede ser.

Quisiera que terminemos rezando aquella Oración tan linda que rezamos en la Novena del 2002:

Necesitamos ver tu rostro,
guardar las palabras de tu boca,
hablarte al oído.
Dejarnos mirar por tus ojos
y al besarte, Cristo, encontrar en ti los rasgos de tu Madre,
de tus Santos, de tu pueblo sufrido.
Queremos ver tu rostro
Dios amigo Compañero de camino.
Amén

Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires

 

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