26 de diciembre de 2011

La tentación de reducir la Navidad -- Julián Carrón

amigos
copio y adjunto carta de carron que salio en el osservatore romano por la navidad.
no tiene desperdicio nada !!
FELIZ NAVIDAD !!
 
 
OSSERVATORE ROMANO, diciembre 2011
La tentación de reducir la Navidad
Julián Carrón
Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación
Sería difícil encontrar unas palabras más adecuadas que las del profeta Sofonías para
describir nuestra humanidad y tener una mirada adecuada sobre nosotros mismos en este
momento de la historia del mundo: «Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel».
¿Por qué? Con todo lo que está pasando en el mundo, ¿qué motivo tenemos para
alegrarnos?
El primer impacto que me han provocado estas palabras es la sorpresa por cómo el
Señor nos mira. Su mirada logra ver cosas que nosotros no seríamos capaces de
reconocer si no participáramos de su misma mirada sobre la realidad: «El Señor ha
cancelado tu condena». Es decir, tu mal no es la última palabra sobre tu vida; la mirada
que normalmente tienes sobre ti mismo no es la justa; la mirada con la que te reprochas
continuamente no es verdadera. La única mirada verdadera es la del Señor. Y justo por
esto podrás reconocer que Él está contigo: se ha revocado tu condena, ¿de qué tienes
miedo? «Ya no temerás». Una positividad inexorable domina la vida. Por ello –
continúa el pasaje bíblico –, «no temas, Sión, no desfallezcan tus manos». ¿Por qué?
Porque «el Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva». No hay otra fuente
de alegría que ésta: «Él se goza y se complace en ti y se alegra con júbilo como en día
de fiesta» (Sof 3, 14-17).
El Evangelio atestigua que este pasaje no se ha quedado en meras palabras, sino que se
ha cumplido: en el Niño que María llevaba en su seno estas palabras se hicieron carne y
sangre. Lo recuerda de manera conmovedora Benedicto XVI: «La verdadera
originalidad del Nuevo Testamento no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma
de Cristo, que da carne y sangre a los conceptos: un realismo inaudito» (Deus caritas
est, 12). Y fue un hecho tan real en la vida del mundo, que Isabel, nada más recibir el
saludo de María, sintió que la criatura que llevaba en su seno – Juan – saltó de alegría.
Las del profeta ya no son meras palabras, se han hecho carne y sangre, hasta el punto de
que esta alegría se ha convertido en una experiencia presente, concreta: «La criatura
saltó de alegría en mi vientre» (Lc 1, 39-45).
Preguntémonos: ¿es el cristianismo un devoto recuerdo o un acontecimiento que sucede
hoy exactamente como hace dos mil años? Fijémonos en los hechos que nuestros ojos
ven a diario, que nos sorprenden y nos asombran, empezando por ese hecho imponente
que es Benedicto XVI, que sabe tocar siempre las fibras más íntimas de nuestro yo. Hay
Uno en medio de nosotros que hace saltar de alegría "la criatura" que cada uno lleva en
su seno, que llevamos en nuestro interior, en la hondura de nuestro ser. Esta experiencia
presente da testimonio de que el episodio de la Visitación no es tan sólo un hecho del
pasado. Es el comienzo de una historia que nos ha alcanzado y sigue alcanzándonos de
la misma manera, a través de encuentros, de personas de carne y hueso que encontramos
por el camino y nos mueven en lo más íntimo.
Con estos hechos en la mirada podemos entrar en el misterio de esta Navidad, evitando
el riesgo de reducirla a un "recuerdo devoto", a un puro acto de piedad o una devoción
sentimental. En el fondo, muchas veces tenemos la tentación de no esperar gran cosa de
la Navidad. Pero a quienes se les concede la gracia más grande que se pueda imaginar –
ver obrar al Señor en signos y hechos que le testimonian presente – les es imposible
caer en el error de celebrar el nacimiento de Jesús como un "recuerdo devoto". ¡No nos
está permitido! Y no porque seamos mejores que nuestros hermanos, los hombres; no
porque no tengamos la misma fragilidad que los demás, sino porque hemos sido
rescatados de nuestro desfallecer una y otra vez por la fuerza de Uno que se hace
presente ahora y revoca nuestra condena.
Sólo con estos hechos en los ojos podemos mirar a la Navidad que viene: no con una
nostalgia devota, no por el sentimiento natural que siempre provoca un niño que nace,
tampoco con un vago sentimiento religioso, sino en virtud de una experiencia (porque
todo lo demás reduce el alcance de ese "nacimiento"). Lo que el Niño es de verdad se
manifiesta en una experiencia real: el hijo de Isabel saltó de alegría en su seno. El
renovarse continuo de este acontecimiento impide que reduzcamos la Navidad y nos
permite gustarla como en aquella vez primera.
 
Jorge   
 
Compañia de las Obras - Area Empresa
Blog   
http://cdoempresasargentina.blogspot.com  
Mails  
cdoempresa.argentina@yahoo.com.ar
Linkedin  CDO Empresas Argentina