10 de julio de 2009

"Encíclica: la economía del Papa es más real"

Entrevista a Giorgo Vittadini, presidente de la Fundación Subsidiariedad

"Encíclica: la economía del Papa es más real"

Gian Guido Vecchi10/07/2009

fuente: http://www.paginasdigital.es:80/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=1064&te=&idage=&vap=0&codrel=208

En la encíclica de Benedicto XVI se afirma que el desarrollo debe dejar espacio al "principio de gratuidad", ¿es una utopía?

Incluso una máquina para cepillar la madera puede ser un aspecto de la gratuidad.

 

¿Qué quiere decir?

Piense en el mundo de las pequeñas y medianas empresas, en las muchas personas que buscan el beneficio, pero como instrumento del bien común, para vivir y hacer vivir mejor.  Son los emprendedores a los que gusta hacer empresas y hacer las cosas bien, que cuidan su producto porque quieren crear un ambiente confortable, aliarse con los trabajadores, aumentar la riqueza del territorio... Pienso en la tradición del mercado italiano, en el movimiento católico y el trabajador...

¿Y eso qué tiene que ver?

Tiene que ver, tiene que ver. Si tomamos como ejemplo Italia, hay movimientos que han infundido en el capitalismo  los ideales de la justicia y la búsqueda del bien común, más allá del vituperado liberalismo sin controles de carácter financiero. Además, a principios del siglo pasado, las cajas de ahorros o los bancos populares hacían finanzas creando bien común.

No hay utopía.

Más bien hay una lectura profética, fundada en la  realidad. La subsidiariedad y el mercado son afrontadas a partir de una concepción del hombre. Hace años se hablaba, como máximo, de "recursos humanos". Ahora el hombre se pone en el corazón de la economía: caridad en la verdad. Es revolucionario, la caridad -el "don de sí mismo conmovido", decía Don Giussani- es la verdad del hombre, hecho a imagen de Dios, que es caridad. Así que el hombre es responsable ante los demás hombres.  

Entonces...

Entonces la subsidiariedad es la valoración del hombre que no está solo y es capaz de hacer el bien. Surge en este contexto una pregunta: ¿cómo puedo construir el bien común? ¿Con el Estado, desde arriba? ¿O más bien dando valor a todas aquellas personas, movimientos y organismos intermedios de la sociedad que desde abajo, como expresión del hombre, actúan a favor del bien?  

El Papa se refiere a la globalización.

El Gobierno desde arriba, como una unión de Estados, puede no conseguir resultados si no valora la capacidad de los  individuos capaces de hacer el bien. En el mundo existen comunidades locales, asociaciones y movimientos que trabajan por la libertad y la justicia, por el medio ambiente o contra el trabajo infantil, hay gente como el economista Mohamed Yunus que están implicados. Hay una interconexión de realidades virtuosas que dicen mucho más que los modelos teóricos.

¿Y la ética en la economía?

El mercado puede ser entendido como puro egoísmo o como forma para compartir, como oferta de bienes que mejoran la vida de las personas. Uno de los grandes méritos de la encíclica es que no le dice no al mercado y la empresa, y no dice sólo sí al sector no lucrativo y al voluntariado. Redefine empresa y finanzas en un modo menos histérico, ofrece una idea de mercado más matizada. Representa el final de esa ideología para la que la economía, al definirse, no tiene necesidad del hombre. 

Pero, ¿y la máquina de cepillar

Adam Smith distinguía entre valor de uso y valor de cambio. Y el valor de cambio se genera porque una cosa es útil, está bien hecha y es bonita, y con ella vivo mejor. Si el beneficio es una herramienta, ¿cuál es el propósito? El "don conmovido de sí mismo", el emprendedor que busca el beneficio, pero al mismo tiempo intenta hacer mejor su producto. La economía del Papa es una economía más rica, tiene color, es real.

Publicado en Il Corriere de la Sera

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